La importancia del mindfulness para los padres: aprender a "recalcular la ruta" cuando nos sentimos provocados
No fue fácil, pero cuando decidí ponerlo en práctica, empecé a sentirme más feliz, y es por eso que hoy quiero compartir contigo mi progreso en estas pocas semanas de “mindfulness”–porque me parece que demasiados padres “vuelan” sus días tratando de encajar lo más posible para sus pequeños y ellos mismos. Si crees que eres uno de esos padres, te animo a que sigas leyendo.
El poder del mindfulness
En la práctica, podría significar concentrarse en un beso de tu hijo, dejarse hundir en el abrazo de tu marido en la cocina, notar pequeñas cosas que normalmente damos por hecho, como el calor del sol en la piel, la frescura del agua fría en un día caluroso, la sensación de la arena bajo los pies, la belleza de un árbol en flor. Y, por supuesto, también significa notar las emociones negativas: la frustración cuando el niño no hace lo que le pides, la ansiedad cuando las cosas no van como quieres, la rabia cuando alguien te hace algo mal, la tristeza cuando alguien te decepciona.
Después de la conferencia, hice un esfuerzo para practicar “mindfulness” a diario: comencé a tomarme algunos minutos durante el día para sentarme y respirar (incluso un minuto a la vez); reorganicé mis prioridades para poder estar más presente cuando estoy con mis hijos; traté de no dejar que las preocupaciones y el estrés de todos los días afecten mi estado de ánimo (más fácil decirlo que hacerlo!); comencé a notar conscientemente las cosas a mi alrededor, incluso las tontas como el sonido del barman que prepara el café (ahora reconozco sin mirar y con absoluta precisión quién está haciendo el café en Mama’s Bakery, mi cafetería favorita).
Y me di cuenta que lo que “mindfulness” me está ofreciendo es principalmente un botón de pausa: al estar en contacto con mis emociones y mi entorno, puedo entender mejor cuando me siento provocada, anticiparlo, pulsar el botón de pausa y elegir mi reacción.
Michelle Gale lo explicó maravillosamente: practicar “mindfulness” extiende el espacio entre un estímulo (lo que sucede) y nuestra reacción, y esto hace una gran diferencia para los padres. Porque tenemos que admitirlo, lo que todos los padres queremos es tener el control de nuestras reacciones y elegir nuestras respuestas. Cuando nos sentimos provocados por nuestros hijos, entonces es exactamente cuando tenemos que hacer una pausa, explicarle al niño que “ahora mismo necesito calmarme para poder estar contigo de una manera mejor”, e irnos durante un rato (a la otra habitación). Especialmente noté que lo que me ayuda mucho a mí es imaginarme en una situación estresante con mis hijos antes de que realmente suceda, e pensar en que reacción me gustaría tener para luego hacerlo de verdad: no tengo mucho éxito todavía, pero mejoro cada día.
Sea como un GPS!
Creo que es una metáfora poderosa–especialmente cuando me paré en pensar cómo me sentiría yo si mi GPS me llamara “tonta” o me hiciera sentir mal por ir en la dirección equivocada–y desde entonces, cuando me siento provocada, hago un esfuerzo para pulsar el botón de pausa, respiro profundamente y me digo, “Recalcula la ruta, Carlotta”. No lo consigo siempre, pero estoy mejorando cada día.
Así que hoy me gustaría invitarte a intentar hacer lo mismo durante dos semanas, y ver la diferencia por ti mismo. Haz un paso a la vez, empieza a practicar un poco de mindfulness cada día, aprende lentamente a estar más en contacto con tus emociones, a reconocer cuando te sientes provocados, a anticiparlo, y cuando sientes que está a punto de explotar, aprieta tu botón de pausa, respira profundamente y escoge tu respuesta. Creo que esta es una manera de ser mejores padres, mejores modelos, mejores educadores y mejores personas. ¡Recalculemos ruta, papis!
Mamás, ¡ayudémonos!
Mamás y papás, ayudémonos los unos a los otros, estamos todos/as en el mismo barco.