Oliver y Emily (que en ese momento tenían casi 3 años y casi 1 año) disfrutaron ayudando a Armando y Lola y sus hijos Helena, Natalia y Armando a dar de comer a pollos y gansos, recolectar bellotas para los cerdos, hacer jardinería y recoger verduras… y en uno de los paseos los dos burros les ayudaron cuando estaban demasiado cansados para caminar.
Curiosidad: desde entonces esta granja ha aparecido en muchas de nuestras historias, porque aquí es donde Oliver entendió de dónde viene la carne y decidió no volver a comerla nunca más. 🙂
PD. Nos alojamos en la Casa Misolete, perfecta para una familia de 4 personas con dos dormitorios (aunque entonces todos dormimos juntos en un dormitorio).