Una nota personal sobre los social media

En los últimos años, La Tela ha crecido mucho. Se ha convertido en mi trabajo principal, y me encanta. Pero lo que comenzó como mi pequeña telaraña de pensamientos espontáneos, se ha convertido en algo mucho más grande, con lectores que tienen expectativas, empresas que patrocinan post, mis cursos online… a veces se me olvida lo que era escribir simplemente para mí. Escribir sabiendo dónde comienza un pensamiento, pero no dónde terminará. Escribir sin agenda ni fecha tope. Escribir sin tenere sentido. Como un diario. Estas notas personales serán precisamente eso.

Últimamente mi vida me ha costado, no he sido yo misma, no he sido la mejor versión de mí, esta nueva vida de mamá de dos es difícil, quien dice lo contrario te miente. Cuando el otro día le conté mis luchas personales a una amiga, ella dijo: “Esa no es la impresión que das en Facebook”.

No, no lo es. Lo sé. A pesar de que siempre intento ser honesta en mi blog sobre mis luchas, las redes sociales no muestran todo, y mucho menos todo cuando realmente sucede. Pero mi amiga no tiene culpa, porque esto es fácil de olvidar. A veces yo misma me olvido de ello cuando miro a Instagram o a Facebook. ¿De verdad todo el mundo puede dar a sus hijos grandes aventuras inolvidables a diario? ¿De verdad están todos siempre de vacaciones en Tailandia? ¿De verdad otros padres nunca luchan?

No. Todo el mundo tiene sus luchas. Detrás de las escenas, hay madres en lágrimas, parejas que se separan, fracasos profesionales, luchas financieras, ansiedad, depresión, preocupación, enfermedad, muerte. La gente simplemente no lo enseña. Quizás porque no le apetezca documentar los momentos tristes y difíciles, o quizás porque tener una vita perfecta online para mirarla de vez en cuando da consuelo.

Y si lo sabes, no creo que esté mal.

La verdad es que, incluso si mis fotos y artículos muestran sólo una pequeña parte de la historia, es todo verdadero. Son reales. La felicidad de esos momentos es real. Sólo no es todo. Si quieres el “todo”, dame un toque por teléfono, pregúntame cómo me siento delante de una taza de café, envíame un mensaje diciendo que estabas pensando en mí. Crea tiempo para mí.

La gente real no ocurre en las redes sociales. La gente real sucede en los cafés, en el parque de bolas, en la guardería de tu hijo, en la cola en el supermercado, descargando el coche después de un día largo. Y soy tan culpable como tú por olvidar todo esto a veces, por no ser capaz de llevar adelante las amistades que me interesan, por quedar atrapada en una espiral de vida familiar y egoísmo personal.

Pero si no conozco las luchas de mis amigos—su entereza—no lo culparía al Facebook. Lo culparía exclusivamente a mí misma.